Los años comprendidos entre finales del siglo XIX y principios de la Primera Guerra Mundial también se conocen como Fin de Siècle. También se hablaba de Decadencia, el fin de la llamada Belle Époque. Ya existían sospechas de que se aproximaba el fin de algo.
Al igual que ahora. El verano de 2018 ha terminado de manera aparentemente sorprendente con la llegada de un invierno, sobre todo en Francia y España, que ha dejado a centenares de automovilistas atrapados en la nieve. En el ámbito político, la era Merkel está llegando a su fin tras renunciar a la renovación de su candidatura a la presidencia del partido en diciembre y anunciar que no se presentará a las próximas elecciones al Bundestag. La lucha por su sucesión ha comenzado y marcará el rumbo de la futura orientación del partido en términos de contenido.
Hasta aquí nuestra introducción. En este contexto, queremos centrarnos fundamentalmente en los mercados de capitales. Desde el pasado mes de octubre, que se caracterizó por una evolución más que accidentada y por importantes pérdidas¹ en los mercados bursátiles mundiales (véase el gráfico 1), el «eterno repunte» adolece en estos momentos de leves signos de desmoronamiento. Por el momento no se vislumbra una recesión, pero es de suponer que se produzca en algún momento. Entretanto, los mercados podrían tener que hacer frente a algunos de los siguientes retos. En el gráfico 2 se muestra el impacto que tienen las caídas de la renta variable en los diferenciales de crédito. En el pasado, el comportamiento de los mercados de crédito ha sido, a menudo, el que proporcionaba indicios en cuanto al futuro comportamiento de la renta variable. En octubre de este año ha sucedido lo contrario. La debilidad de la renta variable ha provocado una fuerte ampliación de los diferenciales del segmento de alto rendimiento. Sin embargo, sobre la causa de la debilidad de la renta variable existen numerosas conjeturas, pero hasta ahora, en mi opinión, no se han esgrimido argumentos realmente convincentes. Como es lógico, se han considerado todos los matices de la incertidumbre política pero, de hecho, ninguno era realmente nuevo. La temporada de presentación de informes del tercer trimestre también se reveló satisfactoria, ya que en la mayoría de los casos se superaron las ya de por sí elevadas expectativas de beneficios empresariales. Por lo tanto, sigue planteándose un gran interrogante que quizás solamente pueda resolverse de forma definitiva en el futuro.
Gráfico 1: Evolución de la capitalización bursátil.
Gráfico 2: Evolución del índice bursátil S&P 500 y del diferencial OAS de alto rendimiento.
Gráfico 3: Diferenciales del segmento de categoría de inversión en EUR y USD
Gráfico 4: Diferenciales del segmento de alto rendimiento en EUR y USD
En este contexto, es interesante observar que los diferenciales de los bonos corporativos denominados en euros difieren considerablemente de los diferenciales en dólares estadounidenses, especialmente en lo que respecta al segmento de alto rendimiento (véase el gráfico 4). Sin duda, ello se debe en gran medida al aumento de los beneficios empresariales impulsado, entre otras cosas, por las reformas fiscales de Trump y, por tanto, a un desarrollo sensiblemente mejor de los mercados bursátiles de Estados Unidos en comparación con el de sus homólogos europeos. Sin embargo, este hecho no explica por qué la evolución de los diferenciales con calificación de categoría de inversión ha sido muy similar (véase el gráfico 3). A este respecto, cabe suponer que los componentes del índice son muy similares, tanto en euros como en dólares, ya que muchos de los emisores con calificación de categoría de inversión emiten bonos en ambas divisas. En el segmento de alto rendimiento, el mercado estadounidense en concreto tiene una presencia mucho más fuerte en el sector de la energía. En cualquier caso, parece que todavía hay margen de mejora en los cuatro segmentos en cuestión, lo que, sumado a la aún escasa liquidez de los mercados de renta fija, podría no ser muy alentador en los próximos meses.
Gráfico 5: PIB de EE. UU.
Gráfico 6: PIB de la zona euro
Sin embargo, a pesar de que el contexto mundial es perfectamente perceptible, es preciso aclarar las diferencias regionales que se observan en el desarrollo económico. Para ilustrar más claramente estas diferencias, hemos utilizado las mismas escalas en los gráficos 5 y 6. Aunque la primera estimación de crecimiento económico en Estados Unidos, del 3,5% (intertrimestral anualizado), era inferior a la del trimestre anterior, la zona euro no solamente se está quedando atrás, sino que ya se está debilitando con un crecimiento de escasamente un 0,8% (intertrimestral anualizado). La mencionada reforma tributaria del presidente norteamericano ha supuesto un importante impulso al crecimiento. Pero no queda ahí la cosa. La desbordante burocracia europea, con leyes medioambientales cada vez más estrictas, está frenando obviamente el dinamismo económico de los países de la zona euro. No se puede negar este hecho sin juzgarlo desde un punto de vista ético.
En términos de datos económicos globales, Estados Unidos muestra una tendencia marcadamente diferente, como se puede observar en los sorprendentes indicadores de ambas áreas económicas (gráficos 7 y 8). Si bien los pronósticos de principios de año fueron muy positivos con respecto a Estados Unidos, en la zona euro fue más bien al contrario. A este lado del Atlántico, los datos eran mucho más débiles de lo esperado, para luego sorprendernos de nuevo con un resultado negativo. Por otra parte, la incertidumbre política también ha supuesto un lastre, recientemente en Italia. No es de extrañar que la rentabilidad de la renta variable europea fuera muy inferior a la de la estadounidense. Asimismo, se observan grandes diferencias en la evolución de las expectativas respecto a los tipos de interés del mercado monetario. El gráfico 9 muestra tanto la evolución de los tipos de interés a tres meses en Estados Unidos como la de las expectativas de dicha evolución. Desde principios de año, las expectativas del mercado para los futuros tipos de interés han aumentado entre un 0,5% y un 1%. En la zona euro, por el contrario, las expectativas no han variado (véase el gráfico 10), es decir, la política de los bancos centrales no sorprende, sino que sigue una trayectoria muy estable, mientras que los acontecimientos políticos no proporcionan ningún impulso positivo.
Al contrario. Además del Dieselgate la estricta introducción del nuevo estándar WLTC/WLTP para la medición del consumo a partir del 1 de septiembre debilita a la industria automovilística, de gran relevancia para la economía alemana, que, a su vez, ostenta el mayor porcentaje del PIB de la zona euro. En el gráfico 11 se muestra la evolución de las matriculaciones de vehículos nuevos en Alemania. La caída superior al 30% en comparación con las cifras del año anterior habla por sí sola y no deja ninguna esperanza de crecimiento económico en Alemania ni, por tanto, en el conjunto de la zona euro hasta principios de año.
Gráfico 7: Indicador de sorpresa en EE. UU.
Gráfico 8: Indicador de sorpresa en la zona euro
Gráfico 9: Evolución del tipo de interés del eurodólar a 3 meses y de los tipos implícitos a principios de año y finales de octubre.
Gráfico 10: Evolución del tipo de interés Euribor a 3 meses y de los tipos implícitos a principios de año y finales de octubre.
Gráfico 11: Matriculaciones de vehículos nuevos en Alemania
Gráfico 12: Coste de la cobertura de divisas sobre una base de 12 meses en EUR/USD
En definitiva, podemos afirmar que el crecimiento económico ha perdido claramente impulso, sobre todo en Europa. Aún no está claro si se trata de un fenómeno temporal o, en términos referidos a los bancos centrales, de un evento transitorio. No obstante, en el nivel actual, la opacidad es lo suficientemente intensa como para temer que el BCE se esté quedando demasiado a la zaga en la curva y que la próxima recesión europea pueda estar a la vuelta de la esquina, mientras que el tipo de interés clave se mantiene en el -0,4%. ¿Hay todavía espacio para un estímulo positivo?
En Estados Unidos, por el contrario, el panorama es relativamente halagüeño. El impulso se mantiene intacto, y Donald Trump mantendrá su política favorable a las empresas si conserva la mayoría en el Congreso en las elecciones de mitad de mandato que aún no se han celebrado en el momento de redactar estas líneas. Si, como se prevé actualmente, pierde la mayoría en la Cámara, los demócratas, sin lugar a dudas, bloquearán tantas de sus iniciativas en la medida de lo posible. Por ahora lo único que podemos hacer es esperar y ver. Sin embargo, estos interrogantes subsisten. ¿Cuánto estímulo puede ofrecer el gobierno de Trump en el mejor de los casos? ¿Será suficiente para posponer aún más la próxima recesión e incluso retrasarla más allá de este horizonte?
En caso de que así sea, los mercados de capitales seguirán atravesando tiempos difíciles de forma indefinida. En el caso de los inversores que operan en euros, los costes de cobertura de divisas, que vienen determinados en gran medida por los diferenciales de tipos de interés, pueden aumentar considerablemente, lo que hace que la inversión cubierta en activos denominados en dólares estadounidenses resulte prohibitiva (véase el gráfico 12). En la zona euro, quien no desee o no pueda asumir riesgos cambiarios, está prácticamente atrapado. En dicha zona, la rentabilidad real es negativa y las perspectivas de los mercados bursátiles son peores.
Por lo tanto, requerirá experiencia y mano firme para sobrevivir en este entorno. Desde un punto de vista histórico, pocas veces ha sido fácil tomar decisiones en los mercados de capitales. Sin embargo, en este entorno, cada vez será más complicado.
¹ En octubre, las caídas de todos los mercados de valores ascendieron en conjunto a más 8.000.000.000.000 de USD. Esta cifra representa casi el doble del producto interior bruto de Alemania en 2017.